"Después de Goya -con su pabrota a la cortesanía y a su tiempo-, sólo nos queda la auténtica vía social de los despojos materiales, el florecimiento del homúnculo como insidioso arquetipo. El homúnculo es una consecuencia esperada de la grandísima belleza que puede traslucir el harapo así, puesto al desnudo, en su evidente porquería. La destrucción y el amor corren parejos por los espacios y parajes descoyuntados. No importa que el hombre se haya roto si de él emergen rosas de légamos y principios renovadores como puños".
Manolo Millares
La exposición “Retorno al Paraíso” no es una colección de objetos de arte. Es la puesta en escena de una reivindicación social y cultural de una generación perdida que sobrevive en un marco de corrupción arraigada, silenciada durante tantos años por el ostracismo. Esta generación de jóvenes artistas manifiestan a través de su experiencia y conocimiento del arte un camino de involución y reflexión creciente.
La
madurez de unos trabajos, muy alejados de la estética comercial es fruto del
sacrificio personal por defender el arte como medio de expresión.
La calidad contrastada de cada uno de sus creadores se aglutina en la exposición que el artista internacional Emilio Vieites ha rescatado como una sinergia de espejos. Los antecedentes de esta nueva propuesta nos llevan a Nueva York proponiendo este autor la serie “Orígenes” a partir del punto de inflexión del 11S y reivindicando la recuperación de los valores humanos en una sociedad mercantil, tecnificada.
Nido Humano. 180 x 540.
La calidad contrastada de cada uno de sus creadores se aglutina en la exposición que el artista internacional Emilio Vieites ha rescatado como una sinergia de espejos. Los antecedentes de esta nueva propuesta nos llevan a Nueva York proponiendo este autor la serie “Orígenes” a partir del punto de inflexión del 11S y reivindicando la recuperación de los valores humanos en una sociedad mercantil, tecnificada.
Las nuevas creaciones giran en torno a la Naturaleza como un paso previo para reivindicar “el nuevo
hombre”, no como una propuesta utópica, sino como un espacio para la reflexión.
En esta
exposición se aglutinan creadores de
todo el mundo trabajando con el mismo trasfondo conceptual.
Desde
Londres, Lorenzo Belenguer estructura su propia realidad agudizando su
necesidad de desarbolar la existencia
misma, desvelando en sus obras una profundidad social pocas veces vista.
Como dice Kathy Battista
directora del Sotheby's Institute of Art, NY; “Belenguer es un cazador de tesoros que rastrea la ciudad en búsqueda de protagonistas para su innovador
mundo artístico. El espectador contempla estos dos mundos de la funcionalidad y
el arte y concluye que quizá hasta en lo más común está la posibilidad de una
reinvención sin límites”.
LeonorHerza nos cautiva con su capacidad de investigar y desvelar la perspectiva
social y cultural que viven muchos colectivos en países donde asumimos la
realidad diaria sin percibir el trasfondo de los acontecimientos. Su reciente viaje a Irán nos da pistas del
peso específico de esta gran artista con una sólida formación académica en
Italia.
AnaLeonís pertenece a la escuela de limoges, es la sensibilidad en estado puro. Sus
esculturas con la técnica del esmalte al fuego están repletas de matices, de
texturas arcaicas. Objetos primitivos que nos desvelan la creación del óvulo
como tótem sagrado, lúcida y persistente es la naturalidad en estado puro y una
artista en evolución permanente.
Ramón
Pastor es el creador incesante. La puesta en escena de su “almendro mollar”
cautivará al espectador por su fuerza y su trasfondo social. No hay margen para
la duda en este artista que esculpe cada obra con el soniquete de aquellos pobladores
de Altamira imbuidos en su naturaleza más pura.
El almendro mollar se alzará sobre el Ateneo de Madrid en una estructura de pino.
Emilio Vieites retorna así al Paraíso con el recuerdo de un espacio alegórico, reivindicando la mirada del espejo, de aquello que queda por pura honestidad y que nos hace ser más humanos.
Emilio Vieites retorna así al Paraíso con el recuerdo de un espacio alegórico, reivindicando la mirada del espejo, de aquello que queda por pura honestidad y que nos hace ser más humanos.